27 de abril de 2025

¿Tienes un director espiritual? Conócete a ti mismo

 

¿Tienes un director espiritual? Conócete a ti mismo




Una vez me dijo el P. Antonio María Domenech: “La dirección espiritual siempre me ha parecido un regalo de la Providencia para mí y para los demás. No es imprescindible para salvarse, pero sirve de gran ayuda para aquellos que saben vivirla y tenemos la suerte de disponer de alguien que nos acompañe espiritualmente. Ahora mismo es una gran desconocida.”

Por eso me atrevo a lanzar este tema a los demás jóvenes, especialmente a aquellos que quieren tomarse en serio la fe. En la vida espiritual nos encontramos con un combate en nuestro interior entre las ideas que nos inspira Dios, las que nos contagia el mundo, lo que encontramos en nuestros ambientes, en las redes sociales, etc. Entre todas esas cosas, incluso cosas buenas, no es fácil ver cuál es la voluntad de Dios, lo que le agrada, y que a veces confundimos con nuestro gusto –no tiene por qué coincidir.

Para esa tarea, como bien afirmó el P. Domenech, es una gran ayuda contar con alguien que nos oriente en nuestro camino espiritual. Lo más cómodo sería querer ser autosuficiente, incluso viviendo bien la moral y la doctrina católica, pero teniéndose a sí mismo como referencia. Pero si queremos vivir una fe auténtica siendo honestos con nosotros mismos y con Dios, solos es muy difícil. Como dijo Benedicto XVI a los jóvenes en la JMJ 2011 en Madrid, “No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo”.

Ahora el reto está en pedir a un sacerdote, una persona consagrada, o un laico (no tiene por qué ser un sacerdote, pero él cuenta con la gracia de estado y también puede administrar el sacramento de la Reconciliación en caso de necesidad), sin ir en busca tampoco del que me dé la razón hasta dar con el que me diga sí a todo, un acompañamiento espiritual serio. De tal forma, tendremos una gran herramienta para conocernos a nosotros mismos en profundidad, ver nuestras inquietudes, nuestras intuiciones, nuestros bloqueos, cómo afrontarlos, qué luces nos pueden hacer avanzar, etc. Busca en tu parroquia, movimiento, cofradía… y abre tu corazón confiando en Dios y en su Iglesia.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

23 de abril de 2025

De recaudador de impuestos a evangelizador: testimonio de Mateo

 

De recaudador de impuestos a evangelizador: testimonio de Mateo


Imagen: serie The Chosen


 

Su encuentro con Cristo le cambió la vida. Mateo era odiado por la gente de su pueblo, pero sintió el Amor de Dios, y pasó de ser un recaudador de impuestos a ser un gran evangelizador y misionero. Pero, ¿cómo fue aquella experiencia?

“¿Quién, yo? ¿Me está mirando a mí, sabe quién soy? ¿No se da cuenta de que soy recaudador de impuestos, que la gente del pueblo me odia? Tal vez se ha equivocado. ¿Me está señalando a mí?” Sí, el cruce de miradas y gestos no da lugar a error.

¿Qué vio Jesús en Mateo? ¿Cómo lo miró? Misericordia. ¿Qué vio en Mateo que no vio en otros? Su miseria en la cual obrar con misericordia. Una persona que no es querida por los demás, en quien puede volcar todo su Amor y Misericordia. ¿Se va a arriesgar Jesús a ser considerado como un amigo de los pecadores?

“¡Sígueme!” La invitación está hecha. Jesús, el Hijo de Dios, se ha fijado en alguien pecador, lo ha mirado con misericordia, y le ha pedido que se con Él, que sea uno de los suyos.

 

“Un encuentro así no se produce todos los días, vayamos a celebrarlo con buena comida invitando a los amigos (pecadores).” Y Jesús vuelve a dar la cara por Mateo, como cuando una y otra vez la da por ti, y se reafirma en su deseo de amistad con Mateo, ese mismo deseo que tiene de vivir una relación personal contigo. Contigo, que eres un pecador como Mateo, pero que, al igual que él, puedes sentir la cercanía de Jesús, quien dijo en aquel banquete: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.

 

Tras sentir aquella llamada, terminó siendo un gran evangelizador, testigo de la Resurrección del Señor, misionero en Oriente Medio y África.

 

El reto consiste en dejarse amar por Dios, que nos ama con nuestras miserias, y estar dispuesto a corresponder su Amor.

 

Fuente: Mt. 9, 9-13.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP