17 de agosto de 2025

“Los amó hasta el extremo”

“Los amó hasta el extremo”




 


“Habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el extremo” (Jn. 13). Que Dios te ama con un amor loco está muy claro. Y si no habías caído en la cuenta de ello, o a veces te encuentras frío y no sientes su ternura, te animo a pensar en esta gran verdad.

El amor del Señor es tan maravilloso que quiso bajar a la tierra para hacerse uno de nosotros. Pero no en unas circunstancias cómodas, sino pasando por pobreza, soledad e incomprensión. Y no le bastó una vida dedicada a sanar a los enfermos de todo tipo de dolencia, sino que quiso morir en la cruz por amor a ti para salvarte de tu miseria, y resucitar para que puedas vencer con Él.

Además, antes de eso, el Rey de Reyes quiso lavarte los pies amándote hasta el extremo. Y regalarte el mandamiento del amor. Y para que pudieras vivirlo, y mostrarte una vez más su gran misericordia, te ha querido alimentar con su propio Cuerpo en la Eucaristía. Así puedes comerte a Jesús, y recibir la fuerza del Espíritu Santo, para ser tú también santo. Y no solo eso, sino que le puedes adorar y contemplar en el Sagrario, en la Adoración Eucarística. Porque te ama y tiene sed de tu amor. Cristo es fiel, permanece junto a nosotros, no nos dejas solos. Él es que está dispuesto a quedarse solo en el Sagrario para esperarte.

Por eso me gustaría invitarte a que no dejes pasar un día sin ir a ver a Jesús en la Eucaristía. ¡Tantas capillas que hay en el mundo! Él te está esperando, porque te ama, no dudes en ir a verle siempre que tengas oportunidad. Incluso si hay una capilla de adoración perpetua en tu pueblo o ciudad, o cerca, no pierdas la oportunidad de apuntarte a un turno semanal. Cristo se ha complicado la vida quedándose en la Eucaristía por amor a ti. ¿Y tú cómo le vas a responder? 


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

12 de agosto de 2025

No seas un francotirador

 

No seas un francotirador





“No es bueno que el hombre esté solo” (Gn. 2, 18) dijo el Señor en la Creación. Así también, cuando quiso escoger a Moisés para que liberase al pueblo de la esclavitud, puso a su lado a Aarón (Ex. 4, 14). Y cuando llamó a los Apóstoles para seguirle, los llamó a formar un grupo (Lc. 6, 12). Incluso se sirvió de alguno de ellos para llamar a otro, como en el caso de Andrés cuando le dijo a su hermano Simón “Hemos encontrado al Mesías” (Jn. 1, 41). Y tú, ¿piensas vivir tu fe en solitario?

Cuando envió Jesús a los discípulos a predicar de dos en dos (Lc. 10, 1), dejó claro el estilo de cómo vive su fe y da verdadero testimonio un cristiano. Porque cuando estamos con otro hermano en la fe y practicamos la caridad, quien lo vea puede decir como decían de los primeros cristianos: “Mirad cómo se aman” (Hch. 1, 14); y se cumple el deseo de Jesús: “que ellos también sean uno en nosotros para que el mundo crea” (Jn. 17, 21). Así también se combaten las tentaciones de la soberbia, de creerse autosuficiente, de aislarse de los demás, de tomarse a uno como referencia. Saber que necesitamos de otro nos hace humildes y sencillos.

De este modo, además de dar un testimonio auténtico, podremos ayudarnos a crecer. Viviendo la fe en comunidad, con algún grupo de referencia, evitaremos una espiritualidad de autoservicio en la que podemos caer si nos guiamos por las apetencias y el egoísmo. El bautismo no nos hace solo hijos de Dios, sino que también nos hace miembros de la Iglesia, el cuerpo de Cristo que vive en la historia. Dios ha creado una gran familia de hijos suyos, y ha dado unos talentos a cada uno para que, como dice San Pedro, “que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido como buenos administradores de la gracia de Dios” (1 Pe. 4, 10). Por tanto, somos responsables de compartir con nuestros hermanos en Cristo todo lo que nos ha regalado el Señor. Y eso es posible perteneciendo a una comunidad de fe (parroquia, movimiento, grupo de oración, etc.), y participando en ella poniendo en juego los dones que Dios nos ha dado, en comunión con la Iglesia y el Papa.

Así lo dijo el papa Benedicto XVI a los jóvenes en la JMJ de Madrid en 2011: “No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él. Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo a otros” (21 de agosto de 2011).

Hagamos, entonces, como dice San Pablo: “¡Bendito sea el (…) Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!” (2 Cor. 1, 3-4). De este modo, que no nos suceda como a Caín, que cuando el Señor le preguntó: “¿dónde está tu hermano?”, respondió: “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?” (Gn. 4, 9). Al contrario, conozcamos y amemos a aquellas personas y grupos que Dios nos ha puesto en nuestro camino de fe, para no salvarnos solos, lo cual es casi imposible, sino salvarnos con un buen grupo de hermanos.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

26 de mayo de 2025

Señor, ¿qué quieres de mí?

 Señor, ¿qué quieres de mí?



El tema de la vocación es algo que suele que suele dar miedo (al compromiso para siempre, a qué querrá Dios para mí, a tener que renunciar, a no hacer lo que yo quiera…). También provoca incertidumbre y dudas, y muchas veces nos podemos plantar y cortar el tema pensando “esto de la vocación no es para mí, yo no tengo vocación”. Sin embargo, todos tenemos una vocación. En primer lugar, la de ser santos, y así Jesús lo dejó claro en el Evangelio: “Sed santos como vuestro Padre Celestial es santo” (Mt. 5, 48).

Y, en segundo lugar, cada uno de nosotros tiene una vocación particular a un modo de vivir mediante el cual Dios quiere hacernos santos y que ayudemos a los demás a dejarse hacer santos también. Ese camino de santidad ha sido pensado por el Señor desde la eternidad. Pero, claro, podemos preguntarnos: ¿y cuál es ese camino que Dios ha previsto para mí? Descubrirlo puede ser una gran aventura, supone ser valiente para lanzarse a lo que intuya que Dios puede querer para mí. No es fácil verlo, por eso es conveniente contar con la ayuda de un director espiritual que nos conozca, de unos amigos que nos acerquen a Dios y ayuden a buscar su voluntad.

La cuestión de la vocación puede hacer sentirnos débiles, que somos poca cosa para algo tan grande. Pero eso no nos debe dar miedo ni echar para atrás, pues contamos con la ayuda de Dios, y Dios cuenta con nuestra debilidad para hacer maravillas con nosotros si le dejamos: “El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas” (1 Ts. 5, 24). Ante todo, algo muy importante es rezar para crecer en amistad con Jesús, y esa relación cercana hará que queramos buscar su voluntad. Leyendo la Biblia, puede hablarnos Dios al corazón poco a poco, y ver nosotros qué aspectos del Evangelio me llaman más la atención, entrar en la profundidad del Amor de Dios, y dejarme amar por Él. Aquella frase que te marque más, apúntalo y saboréalo hasta empaparte de él. Posiblemente sea un aspecto de Dios que Él quiera que imites.

Piensa, por otro lado, en tus inquietudes, en lo que más te preocupa en tu entorno, en las necesidades que ves. Unido a eso, reflexiona sobre los talentos que Dios te ha dado y en cómo puedes ponerlos al servicio del Señor. Medita sobre la historia de tu vida, de cómo el Señor ha tenido gran misericordia contigo, y en cómo puedes transmitir esa misericordia a los demás.

Ten paciencia, Dios tiene sus pasos, te prepara poco a poco, pero tampoco te quedes paralizado esperando una gran señal del cielo. Déjate entusiasmar por el Señor y confía en Él. Sé generoso con Él, sabiendo que siempre devuelve el ciento por uno. “Fiado en ti, me meto en la refriega; fiado en mi Dios, asalto la muralla” (Salmo 18, 30).

Veamos así, con esa confianza entera en Dios qué deseos me está poniendo en el corazón. Pregúntate, por tanto, “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (Salmo 115, 12); y dirijámonos a Él cada día diciéndole: “Señor, ¿qué quieres de mí?”.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

12 de mayo de 2025

De pescador a Papa: el impactante testimonio de Simón Pedro


De pescador a Papa: el impactante testimonio de Simón Pedro



Simón era un pescador decepcionado por la falta de pesca tras pasar la noche entera. Jesús, que estaba predicando a una multitud que le seguía, le pidió entrar en su barca y adentrarse un poco, para así poder hablar mejor a la gente. Cuando terminó su discurso, Jesús haría algo que cambiaría la vida de Simón para siempre. Le pidió que echase las redes de nuevo. A pesar de la dureza y frustración de haber fracasado aquella noche en la pesca, lo hace. Y obtiene una pesca grandiosa. Y es llamado, por quien tuvo la genial ocurrencia, a seguirle con la oferta de una vida más plena: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”. Y ante su respuesta afirmativa a tan generosa propuesta, su vida comenzó a cambiar.

Tres años de amistad después, Pedro fue invitado junto al resto del grupo de los Doce, a una última cena en la que Jesús anunciaba la traición de sus amigos. A pesar de ello, Simón Pedro, muy bravo él, aseguraba “Aunque todos te dejen, yo no”. Eso suponía una enorme confianza en sí mismo frente a sentirse y saberse necesitado de la fuerza y el poder de Dios.

Por supuesto que, como había predicho Jesús, terminó negándole tres veces en aquella noche de sufrimiento y soledad. Es cuando experimenta lágrimas de amargura, duele el orgullo de no haber sido fuerte y valiente. Pero especialmente duele el haber traicionado, abandonado, negado a su amigo Jesús. Le duele no haber correspondido al amor de su mejor amigo.

Después de haber sido traicionado, muerto y resucitado y resucitado, Jesús se aparece a los apóstoles. También quiere darle a Pedro la oportunidad de mostrarle su amor: “¿Me quieres?” “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero”. Y entonces le confía una misión muy importante: ser el pastor de su pueblo “Apacienta mis ovejas”.

Tras aceptar esa misericordia de Dios, pasó de ser un pescador del lago de Galilea a ser el primer papa de la Historia de la Iglesia.

El reto consiste en fiarse de Dios, dejarse amar y perdonar por Él, y estar dispuesto a que te cambie la vida.

 

Fuente: Lc 5, 1-11. Mt 26, 30-36. 69-75. Jn 21.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

27 de abril de 2025

¿Tienes un director espiritual? Conócete a ti mismo

 

¿Tienes un director espiritual? Conócete a ti mismo




Una vez me dijo el P. Antonio María Domenech: “La dirección espiritual siempre me ha parecido un regalo de la Providencia para mí y para los demás. No es imprescindible para salvarse, pero sirve de gran ayuda para aquellos que saben vivirla y tenemos la suerte de disponer de alguien que nos acompañe espiritualmente. Ahora mismo es una gran desconocida.”

Por eso me atrevo a lanzar este tema a los demás jóvenes, especialmente a aquellos que quieren tomarse en serio la fe. En la vida espiritual nos encontramos con un combate en nuestro interior entre las ideas que nos inspira Dios, las que nos contagia el mundo, lo que encontramos en nuestros ambientes, en las redes sociales, etc. Entre todas esas cosas, incluso cosas buenas, no es fácil ver cuál es la voluntad de Dios, lo que le agrada, y que a veces confundimos con nuestro gusto –no tiene por qué coincidir.

Para esa tarea, como bien afirmó el P. Domenech, es una gran ayuda contar con alguien que nos oriente en nuestro camino espiritual. Lo más cómodo sería querer ser autosuficiente, incluso viviendo bien la moral y la doctrina católica, pero teniéndose a sí mismo como referencia. Pero si queremos vivir una fe auténtica siendo honestos con nosotros mismos y con Dios, solos es muy difícil. Como dijo Benedicto XVI a los jóvenes en la JMJ 2011 en Madrid, “No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo”.

Ahora el reto está en pedir a un sacerdote, una persona consagrada, o un laico (no tiene por qué ser un sacerdote, pero él cuenta con la gracia de estado y también puede administrar el sacramento de la Reconciliación en caso de necesidad), sin ir en busca tampoco del que me dé la razón hasta dar con el que me diga sí a todo, un acompañamiento espiritual serio. De tal forma, tendremos una gran herramienta para conocernos a nosotros mismos en profundidad, ver nuestras inquietudes, nuestras intuiciones, nuestros bloqueos, cómo afrontarlos, qué luces nos pueden hacer avanzar, etc. Busca en tu parroquia, movimiento, cofradía… y abre tu corazón confiando en Dios y en su Iglesia.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

23 de abril de 2025

De recaudador de impuestos a evangelizador: testimonio de Mateo

 

De recaudador de impuestos a evangelizador: testimonio de Mateo


Imagen: serie The Chosen


 

Su encuentro con Cristo le cambió la vida. Mateo era odiado por la gente de su pueblo, pero sintió el Amor de Dios, y pasó de ser un recaudador de impuestos a ser un gran evangelizador y misionero. Pero, ¿cómo fue aquella experiencia?

“¿Quién, yo? ¿Me está mirando a mí, sabe quién soy? ¿No se da cuenta de que soy recaudador de impuestos, que la gente del pueblo me odia? Tal vez se ha equivocado. ¿Me está señalando a mí?” Sí, el cruce de miradas y gestos no da lugar a error.

¿Qué vio Jesús en Mateo? ¿Cómo lo miró? Misericordia. ¿Qué vio en Mateo que no vio en otros? Su miseria en la cual obrar con misericordia. Una persona que no es querida por los demás, en quien puede volcar todo su Amor y Misericordia. ¿Se va a arriesgar Jesús a ser considerado como un amigo de los pecadores?

“¡Sígueme!” La invitación está hecha. Jesús, el Hijo de Dios, se ha fijado en alguien pecador, lo ha mirado con misericordia, y le ha pedido que se con Él, que sea uno de los suyos.

 

“Un encuentro así no se produce todos los días, vayamos a celebrarlo con buena comida invitando a los amigos (pecadores).” Y Jesús vuelve a dar la cara por Mateo, como cuando una y otra vez la da por ti, y se reafirma en su deseo de amistad con Mateo, ese mismo deseo que tiene de vivir una relación personal contigo. Contigo, que eres un pecador como Mateo, pero que, al igual que él, puedes sentir la cercanía de Jesús, quien dijo en aquel banquete: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.

 

Tras sentir aquella llamada, terminó siendo un gran evangelizador, testigo de la Resurrección del Señor, misionero en Oriente Medio y África.

 

El reto consiste en dejarse amar por Dios, que nos ama con nuestras miserias, y estar dispuesto a corresponder su Amor.

 

Fuente: Mt. 9, 9-13.


Hno. Miguel Jiménez, EdMP

23 de enero de 2021

El humor de Dios (XII): Santa Teresa de Jesús

El humor de Dios en Santa Teresa de Jesús 

Santa Teresa de Jesús es la priora perpetua de los Esclavos de María y de los Pobres. Reformadora del Carmelo, Doctora de la Iglesia, esta gran santa del Siglo de Oro español es un ejemplo de que como dice el Papa Francisco, el cristiano es una persona alegre, no debe tener cara de pepinillos en vinagre. Ella misma pedía en sus fundaciones “tristeza y melancolía no las quiero en casa mía” y “Dios nos libre de los santos encapotados”. En esta mística se podían unir, pues, la intimidad con Dios y un profundo sentido del humor. Ella misma hablaba de la “alegría interior” y del “gozo interior”. Hay una anécdota que expresa muy bien de la forma de ser de Santa Teresa. 

Una vez que iba camino de una fundación estando muy enferma con dolor de huesos, fiebre, haciendo un viaje en un carro de caballos bajo una fuerte lluvia, bajó un momento del carro para descansar, con tan mala suerte que pisó mal en el suelo cayendo en medio del camino de tierra enlodada. Entonces la santa exclamó: "Señor Jesús, mira tú que no solo me pides que de hacer este viaje, sabiendo que estoy enferma, cansada, con estos años a cuestas, con los huesos doloridos. No, no solo eso Señor, sino que además tu permites que me caiga y que quede totalmente hecha un desastre.” A lo cual Jesús le dice: Si Teresa, lo que ocurre es que Yo trato así a mis amigos. Y Teresa le responde: ¡Señor, con razón tienes tan pocos amigos...!" 


Puede resultar extraño ver en santa Teresa de Jesús, una mística reformadora tan seria, esa respuesta que hace al Señor. Cierto es que tenía una gran confianza e intimidad con Dios, y de ahí puede venir esa capacidad de tener esa respuesta espontánea. También es cierto que la situación provocada por la Providencia es realmente chistosa y exageradamente divertida. Nos lo puede resolver la frase del escritor católico Chesterton: “Divertido no es lo contrario de serio. Divertido es lo contrario de aburrido, y de nada más”. No es de extrañar que el Padre Leocadio la nombrarse priora, pues en el centro del escudo de los Esclavos está representada la alegría.