Cosas de curas con...
Nicolás Ruiz, diácono en el Valle del Tiétar (Ávila)
"Me marcó muchísimo el encuentro con las carmelitas descalzas"
Se ordenó diácono el 6 de junio de 2017 y este curso será un nuevo presbítero para la Iglesia. Es uno de los responsables de la web de la Delegación de Pastoral Vocacional de la Diócesis de Ávila, que contiene una multitud de contenidos acerca de los aspectos de las vocaciones cristianas. "Servidor de la gracia de Dios y de la acción de gracias de los hombres" es su lema, que tiene grandes deseos de cumplir.
Uno o dos...
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- Canciones: Anima Christi y de La Oreja de Van Gogh.
- Libros: "Divorcio en Buda" de Sándor Márai, y la trilogía de El Señor de los Anillos.
- Películas: Titanic y Hasta el último hombre.
- Santos: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz
- Frases de la Biblia: "La gracia y la verdad nos ha llegaso por medio de Jesucristo" (Jn 1,17); y "Por eso doblo mi rodilla ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra" (Ef 3, 14-15).
- Personajes de la Biblia: Samuel y San Juan.
- JMJ u otro encuentro: JMJ de Roma (2.000) y la de Cracovia.
- Consejos para la vida: Busca y coopera con la verdad, y sé humilde.
- Lugares para peregrinar: Fátima y Ávila.
Pregunta. ¿Qué es para usted un cura?
Respuesta. Muchas cosas, pero... (risas) especialmente esa frase que decía el Santo Cura de Ars, "el amor del Corazón de Cristo".
P. ¿Cómo empezó a pensar en ser cura?
R. Con 14 años. Mi familia no practica, pero me llevaron a un colegio religioso y allí conocí la fe. Hacía de monaguillo, llevaba una práctica religiosa... Yo intuía que había algo en mi corazón, intuía que podía llamarme el Señor al sacerdocio.
P. ¿Qué fue lo determinante para decidirse a dar el paso?
R. Yo no me decidí hasta los 26 años. Decidí hacer primero Biología. Le dije al Señor que no en ese momento y me fui a Madrid con varios amigos a montar una empresa, quería ganar mucho dinero. Me enfrié un poco, me alejé un poco del Señor, dejé un poco la oración. Allí descubrí que me faltaba algo. Humanamente tenía todo: una empresa que me iba bien, carrera, a punto de empezar la tesis doctoral... pero en el fondo no era feliz. A través de un sacerdote que conocí en Madrid volví a retomar mi vida cristiana. Y también a través de las carmelitas descalzas.
P. ¿Cómo influyeron las carmelitas descalzas?
R. Este sacerdote hacía unos retiros mensuales en un convento, me invitó y fui. Y al acabar ese retiro, nos recibieron las carmelitas. Es un convento que tiene muchas vocaciones y muchas jóvenes. Ese encuentro me marcó muchísimo. Me hizo cuestionar mucho porque vi allí a tantas chicas jóvenes que se habían entregado al Señor tan felices, y la vida que llevaban. Yo tenía todo lo que quisiera y no era feliz, y dije: ¿éstas qué tienen que yo no tengo?
P. ¿Cómo influyeron las carmelitas descalzas?
R. Este sacerdote hacía unos retiros mensuales en un convento, me invitó y fui. Y al acabar ese retiro, nos recibieron las carmelitas. Es un convento que tiene muchas vocaciones y muchas jóvenes. Ese encuentro me marcó muchísimo. Me hizo cuestionar mucho porque vi allí a tantas chicas jóvenes que se habían entregado al Señor tan felices, y la vida que llevaban. Yo tenía todo lo que quisiera y no era feliz, y dije: ¿éstas qué tienen que yo no tengo?
P. ¿Cómo reaccionaron sus familiares y amigos?
R. Mis amigos bien. De hecho tengo varios que estudiaron conmigo que son curas. En mi familia no lo entendieron al principio, decían que para qué había estudiado una carrera. Pero cuando te ven contento y feliz ya lo van comprendiendo, van conociendo en profundidad lo que es la vida del sacerdote, y ahora están contentos.
P. ¿Cuáles son sus mayores recuerdos del seminario?
R. La vida de fraternidad, tengo muchos grandes amigos, el poder estudiar con profundidad, conocer para amar más al Señor, poder leer con tranquilidad y la oración.
P. ¿Cómo vivió su ordenación diaconal?
R. Los días previos un poco nervioso. La ordenación la pasé muy tranquilo, le daba gracias al Señor por los siete años pasados en el seminario muy felices para mí. El momento más emotivo es el de la postración, simboliza que te pones en manos de Dios y de la Iglesia, ellos te sostienen con la oración. Cuando uno se pone delante de Dios y delante de la Iglesia, uno se va dejando hacer por el Señor y por la gente que Dios ha puesto a tu lado, uno no tiene qué temer.
P. ¿Qué le pide a Dios para su vida de diácono?
R. Que yo no me guarde para mí este gran don que he recibido de Él.
Miguel Jiménez
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