5 de marzo de 2019

El humor de Dios (XI)

El humor de Dios en... el ministerio de lector


Cathopic/Moisés Becerra LC
Dios posee el mayor sentido del humor y permite que ocurran situaciones divertidas en algunos momentos de la Misa.

Termina la oración colecta, todos se sientan, sacerdote y pueblo, salvo el lector que va a proclamar las lecturas de la misa. Pero, ¿y si se quedan todos sentados? Se produce un silencioso momento incómodo en el que algunos miran a los lados a ver quién tomará la iniciativa de levantarse. Entonces se produce el duelo. Un desafío épico entre las personas que han tomado la decisión de salir a leer y se han puesto de pie. Esa tensión que se produce por la cortesía de los posibles lectores que se quieren ceder el ministerio de lector, a veces ambos en medio del pasillo. Finalmente hay uno que cede y sale al ambón.

Una variante de ese simpático instante es cuando uno se levanta a leer sin advertir que otro que estaba más adelante ya había salido por un lateral, y tiene que darse la vuelta en medio del banco ya que si el de adelante ha salido ya hay que batirse en retirada.

Cuando llega el salmo responsorial el lector habrá de ser muy ágil, porque si se toma un pequeño segundo para respirar o marcar un punto durante alguna estrofa, corre el peligro de que algunos del pueblo, o el pueblo entero, se lancen a decir la antífona. Y ahí habrá que ser muy rápido reaccionando al pueblo continuando con la estrofa demostrando que no ha terminado aún de forma que el pueblo eche el freno.

Está claro que el ministerio de lector es muy arriesgado, y Dios puede servirse de él para no sólo comunicar su amor sino también su humor.

Miguel Jiménez

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