Fuera
caretas
Con frecuencia, nos miramos a nosotros mismos pensando en
cómo nos juzgará el mundo. Vivimos pendientes de cómo nos miran los demás,
incluso en nuestras redes sociales revisamos el número de “me gusta” o de
seguidores que hemos conseguido. Así, nos construimos un mundo en el que,
guardando la apariencia que queremos que los demás vean, tenemos nuestro amor
propio y nuestra vanidad bien conservados. De este modo, nos ponemos una
máscara diferente de lo que guardamos en nuestro interior. Y con ella tratamos
de conseguir el afecto y el aplauso de los demás. Compramos una marca, nos
descargamos una aplicación, vemos una serie… todo ello para aparentar ser lo
que la sociedad quiere que sea.
En este ambiente tan superficial en el que nos encontramos,
tratamos de dar la talla, conseguir el mayor éxito posible, para así mantener
la buena imagen que nos hemos forjado ante los demás. Y en este mundillo del
“tanto tienes tanto vales” hay alguien que te quiere tal y como eres, con tus
virtudes y tus defectos: “eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo”
(Is. 43, 4). Sí, sabe bien de las cosas que se te dan mal, de aquello que te
cuesta, lo conoce perfectamente, y te ama. De hecho, te ha creado por amor y
para amarte: “antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras
del seno materno, te consagré” (Jr. 1, 5).
Eso por eso que ya va siendo hora de quitarse la máscara y
presentarnos ante Dios tal y como somos, confiando totalmente en su Amor y
Misericordia. Y experimentar la ternura de Dios Padre con nosotros, que no
tiene en cuenta nuestras miserias, sino que más bien las abraza. Conscientes de
esta grandeza, será un gran propósito vivir en la humildad y en la sencillez.
Tal vez para ello pueda ayudar rezar las “letanías de la humildad” del Cardenal
Merry del Val. Entonces seremos algo más transparentes, sin complejos, sin
empeñarnos en dar una imagen de algo que no somos.
Como dijo San Ignacio de Loyola a San Francisco Javier en El divino impaciente de José María Pemán:
“no hay virtud más eminente / que el hacer sencillamente / lo que tenemos que
hacer”.
Hno. Miguel Jiménez, EdMP
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