25 de noviembre de 2017

El humor de Dios (VII)

El humor de Dios en...  Jesús y Zaqueo  


El humor de Dios es grande y se manifiesta en la persona de Jesucristo. Un ejemplo de esto es el pasaje del encuentro de Jesús con Zaqueo, un jefe de publicanos y recaudador de impuestos (Lc 19, 1-10):

"Entró en Jericó y cruzaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista le dijo: <<Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede en tu casa.>> Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: <<Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.>> Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: << Daré, Señor, la mitad de los bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.>> Jesús les dijo: <<Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también este es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.>>

Menudas ideas tiene el Señor para buscar y salvar lo que estaba perdido. La Providencia quiere que Zaqueo, un hombre que es bajito, y al ser rico tal vez fuese gordito, se suba a un árbol para poder ver a Jesús. Es decir, un señor importante y conocido por el pueblo hace sus esfuerzos trepando un árbol. Y al Señor se le ocurre dirigirse a él, delante de toda la gente, que pondría su mirada en Zaqueo subido a un sicómoro. Lo raro sería que no se cayese del susto (dice la Escritura que se apresuró a bajar). Y todo esto, que tiene la espectacularidad de una pedida de mano en la Quinta Avenida de Nueva York, lo hace Jesús porque conviene que se quede en su casa.

Desde luego, Jesús tiene una forma bastante original, e incluso divertida, de buscar al que está perdido. ¡Graciosa misericordia!

Miguel Jiménez

18 de noviembre de 2017

El humor de Dios (VI)

El humor de Dios en...   Jesús y sus Apóstoles


Multiplicación de los panes, Rupnik S.J. 
 Si Dios tiene una gran sentido del humor, es lógico que Jesús también lo tenga, y no es de extrañar encontrar en los Evangelios pasajes que lo demuestren. En la primera multiplicación de los panes (Mc 7, 35 s.), el Señor Jesús tiene una forma curiosa de realizar el milagro:

"Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: <<El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.>> Él les contestó: *<<Dadles vosotros de comer.>> Ellos le dicen: **<< ¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?>> Él les dice: ***<<¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.>> Después de haberse cerciorado, le dicen: ****<<Cinco, y dos peces>>  Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los peces. Comieron todos y se saciaron."

*Como si pudiesen ellos dar de comer a una hambrienta multitud.
**Los apóstoles estaban bastantes atónitos con las ocurrencias de Jesús.
***Insiste con la extravagante idea de que les den de comer con los panes que tengan.
****Como si con los dos peces solucionasen mucho la situación
Por tanto, el Señor no es un señor, valga la redundancia, con cara de pepinillo, sino que le gusta hacer las cosas con cierta gracia y humor, y con esa sencillez hace ver a sus discípulos que son insuficientes y le necesitan para realizar grandes obras.

Miguel Jiménez

11 de noviembre de 2017

Películas recomendadas (I)

Para ver en familia o con jóvenes 



A través de una buena película se puede tener una enriquecedora conversación, reflexionar sobre uno mismo y la relación de uno con los demás, sobre la forma de entender la vida y los problemas, y sobre cómo uno puede ser o no ser. Y puestos a reflexionar, mejor en compañía, ya sea en familia, con un grupo de amigos, de jóvenes, de adolescentes o de niños. Por esto, servidor se permite elaborar una pequeña lista (habrá más) dividida entre las que puede ver toda la familia y las que son más recomendables para ser vistas por adolescentes y más mayores.
Algunas preguntas para reflexionar y comentar después de la película pueden ser: ¿con qué personajes te sientes identificado y en qué? ¿Por qué crees que los personajes actúan de esa manera? ¿En qué cambian a lo largo de la historia? ¿Qué ensalza o critica la película? ¿Qué escenas y frases te han gustado más?

Para toda la familia: 

  • El gigante de hierro (1999). De Brad Bird con Warner Bros. La historia de las aventuras y la amistad entre un niño y robot colosal. Es original e inocente, e invita a querer ser mejor persona. Habla de entrega, sacrificio y verdadera amistad en medio de las adversidades e incomprensiones.
  • Los Increíbles (2004). De Brad Bird con Pixar. Una familia de superhéroes que tiene que aceptar sus habilidades y conducirlos hacia el bien. A favor del matrimonio y la familia y contra la mediocridad del mundo, el no destacar haciendo lo que todo el mundo. Tiene mucha acción y diversión.
  • Mary Poppins (1965). Con Julie Andrews y Dick Van Dike. Dos niños de una familia rica pero con dificultades para educarles son acompañados por una pizpireta niñera y de un dicharachero deshollinador. Ellos y otros simpáticos personajes harán cambiar el modo de pensar de los hermanos y sus padres. Es una película llena de alegre música y color, optimismo, sencillez y buen humor.

  • Marcelino, pan y vino (1955). Con Pablito Calvo, Fernando Rey y Juanjo Menéndez. Conmovedora historia de un huérfano que es acogido en un monasterio. Cuenta la relación del niño con los frailes y con el misterioso señor que se encuentra en la buhardilla; y la ausencia de su madre. Para hablar sobre los temas de la oración y la maternidad.
  • Babe, el cerdito valiente (1995). Con James Cromwell. Un tierno cerdito de una granja sueña ser como un perro pastor y poder ayudar a guiar a las ovejas. Aprende a aceptarse y superarse gracias a los consejos y ayuda de los demás animales. Tiene toques divertidos y entrañables con unos personajes que derrochan simpatía. 

Para jóvenes:



  • Big Fish (2003). De Tim Burton. Con Ewan McGregor, Helena Bonham Carter, Albert Finney, Jessica Lange y Danny DeVito. Un hijo que va ser progenitor está enfadado con su padre, pues piensa que las historias que le ha contado sobre él eran mentira. Sobre la relación padre-hijo,  la pedagogía mediante relatos y la grandeza de la vida.
  • Centauros del desierto (1956). De John Ford. Con John Wayne, Natalie Wood, Harry Carey Jr. y Ward Bond. Épica historia de la búsqueda de una chica secuestrada por los comanches. Su tío, acompañado de otro familiar, se lanza en una búsqueda también del sentido de su vida, que está llena de rencor y odio.
  • El puente sobre el río Kwai (1957). De David Lean. Con Alec Guinness y William Holden. Un grupo de prisioneros británicos son obligados por los japoneses a construir un puente, aunque tratan de oponerse. Para hablar sobre la libertad, la ambición, el orgullo y la defensa propia.
  • El tigre y la nieve (2005). De Roberto Benigni. Con Roberto Benigni, Nicoletta Braschi y Jean Reno. Un enamorado poeta y profesor se entera de que su amada se encuentra muy enferma en medio de la guerra de Irak. Viajará desde Italia para ir a su encuentro. Una historia llena de esperanza, perseverancia en medio de grandes dificultades.
  • Un dios prohibido (2013). De Pablo Moreno. Cuenta la persecución y martirio de los claretianos de Barbastro. El ejemplo de estos santos que, en medio del sufrimiento, viven unidos con buen ánimo y esperanza. También toca de fondo los temas de la importancia de los sacramentos, la oración y la fe vivida en comunidad.

Miguel Jiménez

5 de noviembre de 2017

El humor de Dios (V)

El humor de Dios en...  los mártires claretianos de Barbastro



El gozo y la paz son frutos del Espíritu Santo, y el humor les acompaña. Cuando hay alegría en el interior del corazón y el alma se encuentra en paz, el humor sale a la luz. De esto son ejemplo los 51 seminaristas claretianos que murieron mártires en Barbastro durante la revolución de Asturias de 1934.

Bajo la falsa acusación de esconder armas, los milicianos detuvieron a los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María y les tuvieron encerrados en un colegio, salvo a los que llevaron al hospital o a la cárcel. Durante su prisión,  los seminaristas ingeniaron un modo de entretenerse: el "comité de la risa", haciendo un guiño a los comités formados por los revolucionarios. Algunos trataban de divertir a los demás con chistes, y el que consiguiese hacer reír más, se ganaba que rezasen un rosario por él. Los vecinos que pasaban cerca del colegio les veían alegres cantando y rezando. Cuenta Faustino Pérez, uno de los mártires, en su carta de presentación el buen humor y ánimo que mantuvieron los seminaristas, permaneciendo unidos: 

"Pasamos el día animándonos para el martirio y rezando por nuestros enemigos y por nuestro querido Instituto; cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantar y ponernos en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia y, cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada; cuando van en el camión hacia el cementerios, los oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra Madre, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica y a ti, madre común de todos nosotros. Me dicen mis compañeros que inicie yo los ¡vivas! y que ellos ya responderán. Morimos todos contentos, sin que nadie sienta desmayos ni pesares."

Los mártires de Barbastro son testigos, valga la redundancia, de que quienes tienen a Dios en su vida pueden conservar el buen humor y aliento en medios de las más grandes dificultades.

Miguel Jiménez